27 de enero de 2011

Lo que resulta de un café, "el Sol", y un recuerdo

¿No les ha pasado que es apenas media semana y ya quisieran que fuera viernes al menos? A mi me pasa que a veces estoy tan atiborrada de trabajo, completamente encerrada en mi lugar, que me siento enjaulada. ¡Literalmente! Porque la verdad es que por ningún motivo puedo salirme, ya que la carga de trabajo me tiene esclavizada por el resto del día. Me asomo a la ventana y puedo ver el maravilloso y cálido día que hace allá afuera. Alcanzo a ver el parque. Y, entonces quisiera salir corriendo hasta llegar a él, quitarme los zapatos, caminar descalza sobre el pasto fresco, tenderme sobre él, cerrar los ojos y despreocuparme absolutamente de todo. No saber nada más, ¡por lo que resta de la semana! =)

Los quehaceres de oficina pueden ser extremadamente demandantes. Por eso cada vez que me siento especialmente estresada, y antes de que empiece a actuar como una enferma mental con camisa de fuerza, me salgo. De repente, simplemente dejo lo que estoy haciendo, tomo mi bolsa, y cuando mi jefe me busca solo encuentra las hojas volando por el aire =). No me da pena confesar lo mucho que me afecta el encierro. Ya afuera, siempre se me ocurre algo diferente para liberarme de la presión, sin tener que recurrir al Dalay.

Hoy, con el pretexto de ir a los bancos, me desvié para desayunar. Pero la idea no era solo desayunar, sino escaparse por un buen rato. Después de salir del último banco, y mientras caminaba sobre la avenida principal del centro, vi un pequeño y acogedor restaurant, al cual quería entrar desde hacía tiempo.

En Mi Antiguo Café sirven desayunos completos, comidas y cenas hasta por menos de cien pesos. Una vez adentro me olvidé del exterior. La decoración me transportó a la época de mis abuelitos, y para cuando me sirvieron el café recién hecho, ya se me había olvidado que estaba en la ciudad, a media semana y en horas de trabajo =). Una vez ordenado mi desayuno, simplemente me relajo. Lo que estoy empezando a escuchar por si solo ya hizo mi día.

Adoro la música de Luis Miguel desde que tengo memoria. Pero no solo es eso, es que tiene un efecto extraordinario sobre mí. No es la letra de sus canciones lo que me pone feliz. Es él. ¡Su voz! Crecí escuchando su música ya que mi hermano mayor era su más grande fan. No había un solo disco de él que no tuviéramos en casa. Germán contaba con ansiedad los días para que saliera a la venta su nuevo disco. Despertábamos y dormíamos con su música. ¡Todos los días! No recuerdo que me haya aburrido jamás. "El Sol" estuvo presente en los mejores momentos de mi infancia y de mi adolescencia. Estuvo en todas las maravillosas tardes que pasábamos jugando mis hermanos y yo, en los viajes familiares de vacaciones, en los días de verano cuando el plan era simplemente no hacer nada, y cuando entré a la secundaría y me empecé a enamorar.

El tiempo parecía no transcurrir ahí adentro. Entre sorbo y sorbo de café, mi mente iba y venía, recordando lo maravillosa que había sido mi infancia. Mis papás, mis ocho hermanos y "el Sol", me dieron los motivos para sonreír cada vez que tengo estrés, presión o simplemente cuando las cosas no van muy bien. Su recuerdo tiene la capacidad de hacerme sentir como la mujer más poderosa del mundo. Y, así fue como me sentía al salir hoy de ese lugar.

¡Gracias Mi Antiguo Café por hacer de mi día ordinario, uno EXTRAORDINARIO!

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