17 de agosto de 2015

Mi princesita se ha ido al cielo

Mi Querida Princesa Misha,

Aún recuerdo cuando te miré aquella primera vez en el patio de tu antigua casa, absorbiendo los tibios, intensos y deliciosos rayos del sol de aquella rica mañana. Estabas ahí, tu pelaje negro brillante y tus ojitos verdes como cristales de botella atraparon mi mirada de inmediato, eras tan hermosa, que irremediablemente me enamoré.

Te llamé para que vinieras y traté de acercarme a ti, pero solo te asustaste y te escondiste bajo el coche de la casa. Me veías desde abajo, pero ni en mil años vendrías a mi.

Te volví a ver cuando empecé a sacar a Fofi al jardín, recuerdo que te acercabas lo suficiente a la casa para verlo, pero no tanto como para dejarte tocar por mi. Te quedabas ahí, mirándolo, y él a ti. Fofi aun era pequeño, y tenía miedo de que pudieras hacerle daño, así que lo llevaba de vuelta a la casa.

Un día tu ama anterior decidió mudarse y que no te podía llevar. Cuando me dijo que te dejaría en la calle no dudé un minuto en pedirle que te dejara conmigo. Sufriste tanto el abandono, en tu visita al Veterinario, la estancia ahí, en la llegada a una casa nueva con personas extrañas. Ya una vez te habían abandonado, así que esto no era nada fácil para ti.

Pasaron varios días para que yo te pudiera acariciar y muchísimos otros para que te sacara de tu habitación y pudieras convivir con Fofi. Batallamos mucho para que nos pudieras tener mas confianza a los dos, pero siempre preferiste que te diéramos tu espacio.  

Un buen día decidiste que era hora de unirte a Fofi y a mi y dormir con nosotros en la camita. Me llenó de alegría sentir tu cuerpecito juntito al mío por primera vez, y mirarte dormir tan plácidamente. De ahí en adelante trataste de hacer lo mismo muchos días y noches, aunque Fofi a veces solo te permitía estar un momento. Otras veces, yo te protegía bajo mi brazo para que pudieras permanecer toda la noche junto a mi, y entonces te acostumbraste a llegar y acomodarte bajo mi brazo y bien cerquita de mi corazón. Nunca era más feliz que cuando lo hacías. 

En general casi siempre estabas triste o meditabunda, me imagino que el dolor del abandono debe ser muy duro para un ser tan bello y puro como tu. Aun asi, algunas veces te escuchaba hacer ruiditos y cuando me asomaba estabas jugando con tus ratoncitos de juguete o la pelotita, y no te imaginas lo feliz que se ponía mi corazón. 

Tu tristeza y tu estrés te pudieron haber ido provocando una colitis y los últimos dos días te caíste. Hoy te llevé con el Veterinario y tuvo que operarte. Pero no resististe . . . 

Solo quiero que sepas que fui muy feliz de poder haberte tenido a mi lado, de haber podido disfrutar de tu hermosa presencia, de tu maravillosa e inmensa ternura y de tu dulce paz. Agradezco infinitamente a Dios por la bendición de tu preciosa vida y por el tiempo que nos dió el regalo de tenerte y disfrutarte.

Hoy se que ya estás en el cielo juntito a Dios. Conocerte a ti fue suficiente para estar segura de que todos los gatitos son de él, y que él solo nos los presta un tiempito para aprender de su sabiduría y para disfrutar y conocer lo que es la belleza y la ternura juntos. Pero después, todos vuelven a él, porque definitivamente Diosito siempre está rodeado de gatitos. Ahora lo sé.

Siempre estarás en mi corazón princesita, y siempre siempre SIEMPRE TE AMARÉ-


Los días que amanecías con Fofi y conmigo eran los más felices de mi vida. 



Aquí cerquita de mi, y sabías cuanto ya te amaba.



Adorabas subirte al librero, mirar hacia la calle y sentirte en lo alto, libre, así como siempre te imaginaré en mi mente. Arriba en el cielo. Libre. Y feliz.


Juega en paz, Misha, juega en paz mi gatita hermosa. . .  <3 p="">