18 de junio de 2011

¡Feliz Cumpleaños, Rachel!

¡Porfa, porfa, porfa! ¡Cántamela otra vez! Repetía, mientras se arrellanaba en su almohada. ¡Pero, ya lo hice tres veces! Una vez más y ya. ¡Está bieen! Luego, para asegurarme que ya se había quedado dormida le subía la pierna, un gruñido significaba que todavía no. Después de un rato podía abrazarla y echarle la pierna líbremente en su menudo cuerpo. Ésta era más o menos la rutina de todas las noches cuando Raquel y yo nos íbamos a la cama.

Mientras ella era la única persona que creía que yo podía tener buena voz, a mi me encantaba hacerle travesuras. Ella es de las que acostumbraba cobijarse de los pies a la cabeza, no importaba si el calor era insoportable. Lo único que dejaba al descubierto era su cara. Yo me burlaba diciéndole que parecía una ardillita escondida, y lo de ardilla era por su pequeña y graciosa nariz.

A pesar de que soy solo dos años mayor, siempre he pensado que mi hermanita es más responsable, trabajadora, ordenada y noble que yo. Recuerdo que ya teníamos diecisiete y diecinueve años respectivamente, y aun tenía que luchar contra mi terrible hábito de desordenar la recámara a tan solo unas horas de que ella había hecho la limpieza. Lo que más odiaba sin duda era que tomara su ropa sin pedírsela. Acepto que yo disfrutaba hacerla enojar, pero al llegar la noche el remordimiento me hacía esperar a que se durmiera para poder abrazarla y disculparme con ella en voz bajita.

A veces cuando nos vemos nos gusta recordar cuando en el verano salíamos para andar en bicicleta, ir a nadar a la alberca, o cuando subíamos a nuestro cerro favorito ella y yo solas porque nos sentíamos valientes y aventureras. Es imposible no recordar cuando en una ocasión, estando en medio del cerro se nos empezaron a acercar las vacas y los toros y tuvimos que trepar a un árbol para evitar que "nos hicieran daño", ¡pobres animales lo único que creían es que les llevábamos alimento! Es la conclusión que sacamos después de un tiempo, porque las vacas estaban ahí, rumiando, sin dejar de mirarnos fijamente, y nosotras fíjamente a ellas. Cuando se imaginaron que no les daríamos comida, se fueron marchando una a una, pero para entonces ya casi había oscurecido, y tuvimos que bajar corriendo antes de que ya no pudiéramos ver el camino de regreso a casa. ¡Ese fué un gran día!

Vivimos muchas otras aventuras, como el día en que estando en la cima disfrutando de la hermosa vista del atardecer, un grupo de unos ocho zopilotes empezaron a volar en círculos justo sobre  nuestras cabezas. Creímos que estaban preparándose para bajar a comernos, porque estaban tan cerca que podíamos verles sus malévolos rostros. Y entonces mirándonos una a la otra sin saber que hacer, se nos ocurrió empezar a bailar para enviarles la señal de que estábamos vivas y que no éramos su alimento. Sabemos que a un zopilote no tienes que enviarle la señal de que estás viva o muerta, ¡pero cuando tienes diecisiete es emocionante pensar que eres muy inteligente y que tienes brillantes ideas si es que algún animal quiere devorarte! ;)


Hoy, solo quería recordar lo increíblemente bueno y divertido que fué crecer y vivir al lado de mi hermanita. Y aprovechando que es su cumpleaños, quiero decirle que la quiero y la admiro muchísimo.

¡Felíz Cumpleaños, Reicheel

2 comentarios:

  1. Yenni que sopresa que tienes un blog!!! que padre que puedas escribir y dar tus puntos de vista!!! besazos Roxy

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  2. ¡Muchas gracias, Rox! ¡Bienvenida! Traté de colocar mi liga junto con los comentarios que dejé en tu blog, para que lo visitaras pero no pude. Espero que ahora que has arreglado lo de tu hosting lo pueda hacer, y porfavor deja la tuya cuando vengas al mío, ok? ;)

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