28 de agosto de 2010

¡Felíz Aniversario!

Era un frío día de invierno de sábado por la mañana. Mi atuendo parecía de señora de 50 años, jersey de manga larga y cuello de tortuga, falda de lana hasta media pierna, mayas y botas altas hasta la rodilla. Mas bien parecía una ridícula señora mal vestida para un día de iglesia. Sin embargo, a él le pareció ver a una alta e interesante muchacha, y no se fijó en mi ropa, ¡creo!

Me había acostumbrado a conocer todo tipo de muchachos cada semana. Cada uno parecía una oportunidad de entablar una conversación que luego se convirtiera en otra, luego en una cita, y asi sucesivamente hasta el día de la boda. Si, lo dije bien, BODA. En mi iglesia no es bien visto que una se case con un hombre que no pertenece a ésta. Así que cada muchacho que conocía, no importaba lo mucho o poco atractivo, o lo poco en común que tuviera con ellos, tenía que representar mi posible futuro marido. El cien por ciento de las veces ellos resultaban casados o comprometidos, para mi -agridulce- des-fortuna?

Asi que - habituada a esto- esa mirada tan insistente ya no me intrigaba, por lo que decidí ignorar por completo su presencia.

Para la hora de la comida, me habían presentado ya a Amin. Y desde entonces, segura de que no volvería a toparme con unos ojos tan hermosos y de mirada tan dulce.

Han pasado ya seis años y sigo pensando que la mirada de Amin, mi tierno y adorado esposo, es con la que quiero seguir despertando por el resto de mis días. Te amo mi vida.

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